viernes, 25 de marzo de 2011

El concierto sorpresa de Manel



Lo anunciaron la noche antes, entre rumores y cuchicheos. Querían hacer un bolo especial para presentar su nuevo trabajo. Algo íntimo, practicamente un ensayo, un preámbulo de lo que se estaba gestando para la gira. Las entradas, obviamente, volaron en cuestión de minutos. Ser los primeros en ver a Manel después de un año, y en un sitio tan acogedor como la Salamandra... había que verlo.



Les está sobrepasando el éxito. Esta afirmación se deriva de las constantes bromas que hizo Guillem Gisbert (cantante) acerca del recital que dieron anoche ante poco más de 600 personas. "Nunca nos gustó esto de los conciertos sorpresa, en plan elitista, y hoy lo damos nosotros y se nos cae la cara de vergüenza". Siguen queriendo ser gent normal, pero lo cierto es que el éxito les está avasallando. Familiares y amigos se concentraban en la pequeña sala Salamandra, así como seguidores fervientemente convencidos de la nueva etapa de Manel. Era un ambiente especial, estábamos gustosos de formar parte de su experimento. Algo que para Guillem sólo está al alcance de gente como Manu Chao, pero que sin duda ellos también se lo pueden permitir.


Empezaron con El Miquel i l'Olga tornen, una de las más aclamadas de su nuevo 10 milles per veure una bona armadura. Eligieron bien, y con sólo una semana a la venta el respetable ya coreaba las canciones del nuevo disco sin demasiado pudor. Guitarra en mano y menos hablador que de costumbre, Guillem entonó con mejor voz que nunca, síntoma que ha descansado y que vuelve con ganas. Ellos (Roger, Martí y Arnau) suenan más contundentes, suenan más a profesional. Manel es ya una de las bandas importantes, y su directo lo transmite. Estábamos presenciando el inicio del cambio, el ensayo general de lo que vendrá. Pero la expectación nerviosa estalló en alegría al sonar los primeros acordes de Pla quinquennal, que fue ensordecido por el cantar general. También había ganas de recordar lo que han sido.

Boomerang y Aniversari fueron de las más aclamadas de la noche, la primera por su contagioso ritmo y la segunda por la magia, que también se hizo notar ayer en el esperado Què demani un desig, què demani un desig!. Justo después sorprendió al público anunciando una canción nueva que no había entrado en su nuevo álbum, ironía que precedió al clásico Al mar. Otra de las más esperadas, Benvolgut, fue recibida con entusiasmo, en un concierto que acababa tras una hora de energía. Momento para los bises. "Manu Chao se puede permitir hacer 6 bises, nosotros sólo haremos uno", decía Guillem. Fueron cuatro. Captatio benevolantiae sigue marcando el silencio de respeto, justo lo contrario que la locura que despierta En la que el Bernat se't troba. Acabaron con Deixa-la, Toni, deixa-la (intento frustrado de coros por parte del público, pero perdonable por ser "solo un ensayo") y con Gent Normal, su aclamada versión del Common People de Pulp. 

Algo que tenemos muy claro, y es que empiezan a dejar de ser gente normal para pasar a ser los reyes del pop catalán. Ahora viene lo bueno, que dirían.

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