Crítica del disco de Antònia Font: Lamparetes

Escucha Lamparetes de Antònia Font en Spotify

A veces, con una semana es suficiente para dar por escuchado un disco, sobretodo cuando es un álbum malo. Suficiente para decir que ya no quieres más de él. Pero cuando sucede el caso contrario, como con Lamparetes, cuando un conjunto de canciones es excelente, es mucho más difícil. Una semana es poco para degustar lo nuevo de Antònia Font, un trabajo que sin duda alguna, merece ser escuchado mucho tiempo más.

No hace demasiado, muchos temían la disolución del grupo mallorquín. Se les habían acabado las ideas, no sabían por dónde tirar, decían. Las cosas se ponían negras, y nada hacía presagiar un retorno así. Ante tanta presión, lo mejor que podían hacer era respirar y descansar, y quitarse todo lo malo de encima. Y suponemos que lo habrán hecho, porque todo lo que se oye en Lamparetes es buen rollo. Han sabido regresar por la puerta grande, con aires renovados, pero reforzando lo que han sido siempre y encarando lo que serán desde ahora.

Desgranando el disco... primera parte 100% marca de la casa

Lamparetes no puede empezar mejor. A nosotros también nos sobran las palabras para valorar Me sobren paraules, un tema de inicio absolutamente apoteósico, que marca el camino a seguir. Brillante, sorprendente, bonito, redondo, sobresaliente... Sí, son ellos, pero son mejores que nunca. Referencias a Serrat y al mágico vocabulario catalán, mucho más mágico si cabe en acento balear. Es difícil que el disco siga cuesta arriba tras la mejor canción del álbum, pero Antònia Font consigue mantener el nivel con eficacia. Lo hace con la pegadiza y juguetona melodía de Coses modernes, con toques de película de miedo contemporánea. El primer trío de ases lo completa Islas Baleares, con un intenso recorrido por la tierra que ha visto nacer el grupo, que en el estribillo hace hincapié al extraño acento guiri de la mayoría de sus habitantes. 

Melodías clásicas, letras sublimes...

No sabemos qué tendrán que ver las figuras de Abraham Lincoln y Clint Eastwood, pero sendas canciones refuerzan otra cara de Antònia Font, más profunda y directa, más compleja y simple a la vez. Para escucharlas en silencio sepulcral, y admirar su belleza. Clint Eastwood seguramente ha sido un single sorprendente, más hablado y rapeado que de costumbre, pero con una escena tan interesante como bucólica. Espeluznante. Icebergs i gèisers completan otra tanda de canciones con un estilo distinto, dónde menos es más, dónde una simple melodía de piano en el justo momento hace vibrar a cualquiera.

Calgary 88 recupera el estribillo demoledor marca de la casa, uno de los que tiene asegurado el coreo general con más ganas de los próximos conciertos. Pioners y Boreal palidecen en una pequeña bajada del disco, que se recupera con máxima fuerza con Es canons de Navarone, manteniendo el sonido más clásico de la banda. Carreteres que no van enlloc tiene la melodía más mágica del disco, de tono más típico quizás, pero con tintes de clásico instantáneo. 

Relájate y respira...

Dejarse llevar por Es far de Ses Salines es fácil, simplemente basta con cerrar los ojos y escucharla, y sentirla. La paz te envuelve en un nuevo tramo del disco, ya el final, para no dejarte escapar. Sospitosos te hace sonreír con una jugetón cambio de tonos y una instrumentación casi infantil: "Yupi Happy". Y ahora que te tienen bien amarrado, qué mejor para acabar que una canción íntegramente instrumental, Minutos musicales. Precisamente eso, unos minutos en los que vives la música con intensidad, donde se resume con grandeza la belleza que esconde este disco.

Si harán más discos, si no los harán, ahora mismo nos da igual. Han hecho este, han hecho su mejor trabajo, y ha valido la pena esperar. Sólo cabe dar las gracias, sentarse en el sofá con los auriculares. Darle al play a este Lamparetes de Antònia Font: y dejarse llevar.